Por qué siempre nos empeñamos en volver a aquellos recuerdos que habíamos dejado olvidados, allí en un bolso verde doblado milimétricamente junto al bolsillo pequeño, o ese texto en el escritorio del ordenador colocado estratégicamente para no verlo cada vez que enciendes la pantalla, unas flores encima de una estantería perfectamente secas y abiertas. El bote de Nutella de la cocina o el maldito modelo del teléfono.
Si había conseguido que no aparecieran, ¿por qué todo vuelve? ¿No decimos que lo que queda en el pasado ahí queda? Pues que se quede y que no vuelva a interferir en mi vida, a hacerme llorar recordando que todo eso ya no existe y que esa " a la tercera va la vencida" no significa ya nada, o que esa pizzarra a rebosar de fechas ya están borradas y que esa caja que nos regalaron aquel día en el cine está tirada por cualquier rincón y que nunca más nadie se encargará de mirarla.
Y me pregunto por qué me empeñe en guardar cada mínimo detalle, y es que cada pequeña cosa por intrascendente que pareciera yo la recogía y almacenaba con mi absurdo propósito de que nunca lo olvidaras.
