El
otro día desperté a media noche y estabas enroscado en el nórdico en la otra
punta de la cama, no sabía nada de ti, desconocía tus miedos, tus virtudes e
incluso tus defectos. Hasta hacía pocas horas confundía tu nombre, no quería
despertarte, ni siquiera sabía si quería seguir durmiendo en esa cama, había
pasado una noche increíble entre risas y cerveza, me torturaba pensar en uno
más, pero a la vez me apetecía arriesgar, y si no, abriría la puerta y me iría
como en tantas otras ocasiones.
Yo
seguía siendo un desastre, el mismo desastre que quería hacerse la dura para
que así quisieras mirarme sólo un día más. Sintiéndome una completa estúpida, fingiendo
ser alguien que no soy, no soy de las que piensa dos veces antes de actuar. No
soy de las que se maquillan hasta lo que no existe para que no se vea lo que hay
debajo, no rio gracias que no me hacen reír.
Soy
o quizá fui en aquel tiempo una puta loca, pero a base de golpes aprendí a
esbozar sonrisas falsas, comprendí que en esta vida solo sobreviven los fuertes
y que había que ir de pasota. Entendí que la vida me pedía ser prudente, pero
me he dado cuenta que por muchos golpes que nos de la vida, para hacer una
tortilla siempre hay que romper los huevos.
Y
he sido una cobarde hasta que te vi.
Sé
que no soy así, porque tú has visto más allá de esa capa de maquillaje, has
acariciado mis miedos con tus manos y los has hecho pequeños. Aún siento ese
abrazo que te aprieta las costillas y te hace sentir la persona más importante
del mundo. Y me da igual si no sale bien, porque me has hecho volver a ser yo.
Y no me importa si los polos opuestos se atraen y me da igual si estás lejos,
porque te noto cerca. No me importa el pasado, me importa el ahora. Y desde
hace cinco días se con claridad lo que quiero aquí y ahora. Me da igual porque
me apetece acariciar cada milímetro de tu cuerpo y conocer todas tus
cicatrices, me da igual porque se me escapan sonrisillas cada vez que te miro o
leo tus mensajes, porque sin darme cuenta has dado sentido a mis días, me has
sacado de mi rutina, me has dado el aire que me faltaba para disfrutar de cada
día.
Eres
esa energía que se cuela por cualquier lugar y te hace hacer el pino, eres la
seguridad que veo en esos ojos verdosos, eres tranquilidad en caricias y locura
mordiendo mis labios, eres la pasión que te arranca la ropa en el baño de
cualquier bar. Eres las ganas de comerte el mundo con solo verte sonreír, eres
justo lo que necesito, justo lo que me gusta. Porque eres de esas mentes que
encuentran en la adversidad una manera de hacerse más fuertes, de las que van
de frente porque los perfiles solo muestran la mitad, las que haces que no
puedas consumirlas de manera responsable, las que han comprendido que la vida
es tan corta que si no haces lo que quieres es como si nunca hubieses hecho
nada.
Y
te dije que te iba a contar el mayor de mis secretos, y es así, me siento
fuerte.
Tenerte
cerca me hace invencible.