lunes, 21 de diciembre de 2015

A U S E N C I A

Quizá no aprendí, no saber cuando parar, cuando tapar y dejar de abrir las heridas. Volver a esas calles, sentir la brisa del mar y recordar, recordar aquellos días. Cómo fui la más feliz y la más estúpida, cómo me aferré a ti, cómo me quedé ciega y cuántas veces me golpeé con el mismo muro. Y cómo me sigo golpeando, quizá con menos frecuencia, pero con la misma puta piedra que me ha dejado así.

Y es cómo me tiemblan las piernas y el escalofrío que me recorre cuando el autobús me deja en esa estación, allí dónde busco con la mirada un chico alto con su corbata verde y la sonrisa más bonita que vi jamás mirándome. Y esa esperanza de que un día volvamos a ese lugar, que baje las escaleras y seas tú. Que he vuelto a caminar por las calles dónde me dabas la mano, he vuelto a pasar por la puerta de tu trabajo dónde pasé tantas horas para volver a tenerte, he vuelto a estar de fiesta allí, pero tú no estabas, estaban mis recuerdos de ti cuando me besabas por todas las esquinas, mis recuerdos de nosotros, nuestros recuerdos.

He sentido ese vacío otra vez, ese nudo en el estómago cuando te ibas y parecía que no ibas a regresar jamás. Pero es que esta vez no has vuelto, no hay señales, no hay mensajes inesperados ni ganas de volver a abrazarse, de mirarse en silencio y volver a sentirlo todo. No voy a sentir eso de abrir la puerta y verte ahí, no volveré a ser aquella. Y no me puedo imaginar que yo siga así, contigo pero sin tener ni un poquito de ti. Que aparezcas cuando duermo para decirme que nunca más, que nunca me perdonarás y que esos pocos días juntos no han sido suficientes para darte cuenta que nadie te quiso tanto. Que hayas borrado mis recuerdos, que oigas mi voz y no me recuerdes, que me sigas haciendo temblar sin ni siquiera estar a mi lado, que me des miedo, que tengas esa puta capacidad de partirme el corazón.
Y duele seguir llevándote, y haberte convertido en un perfecto desconocido, que ya no sé con lo que sueñas, que ya no puedo mirarte a los ojos y saber exactamente como te sientes, que echo de menos tocar tus manos y acostarme en ese hueco que tienes entre el hombro del pecho dónde me sentía en casa. Que me dueles, me duele tu recuerdo más que todos los reproches que tuve que soportar, que me duele tu silencio más que esas veces que no me querías ni abrazar, que me dueles y no he aprendido a olvidarte, No puedo entender que tú y yo acabáramos así, porque era de esos amores de los de novela, de los que piensas en envejecer juntos, de esos que en cuatro meses te han vuelto loca y te han partido en dos.

Y aunque ya no estas, tengo que decirte gracias, gracias por esos días, por todas sus horas, por lo que me hiciste sentir, porque eres de esas personas que tú ya sabes, que entran como un tsunami y arrasan con todo, y que sabes que cuando se vayan te van a dejar un poquito roto, pero que son inevitables, necesarias, personas que enganchan y que duelen y van a doler irremediablemente. Y cuándo todos dicen que no merece la pena pienso, qué sabrán ellos si nunca pudieron disfrutar de ti, si no tienen ni puta idea.

Y lo que duele no es esto, es todo lo que vendrá.

Y no iré jamás con nadie a dónde iba a ir contigo, porque aún tengo una hoja en blanco de aquel primer día, con un montón de planes que rellenar cuando vayamos a Praga, Cómo me duele no haber tenido el tiempo suficiente, no haber podido demostrar todo lo que merecía la pena cuando estábamos juntos. 

Pero poco a poco aprenderé a olvidarte o quizá aprenda a vivir sin ti, a no recordarte y no sufrir por ti y empezar a sufrir por mi, y darme cuenta que como muchos dicen tú no eras para mi. Que esos ojos azules no me volverán a hacer feliz y que nunca llegó el invierno.






miércoles, 11 de noviembre de 2015

Noches

Como esas noches, largas, frías, oscuras y pasadas por lágrimas. Esas en las que te vuelves a dar la hostia y eres consciente de que aún no ha cicatrizado, qué escuece, que duele y que va a doler mañana, y pasado también.

Qué solo será una noche más, de las que te han robado el sueño, de las que se te encoge el estómago y duele hasta respirar. Demasiados días sin sentirme así, quizá sabia que no te había olvidado pero casi no dolías. Casi pensé que había aprendido a estar sin ti, pero no.
¿Cómo iba a olvidarte? si primero tengo que odiarte. Y no te odio, pero ojalá lo hiciera. Ojalá pudiera pensar antes en mi que en ti. Ojalá no recordará todos esos momentos juntos, te parecerá gracioso pero no soy capaz ni de acabar de ver las películas que dejamos a medias, no puedo hacer las cosas que hacíamos, ya no desayuno en esa taza, ni uso ese bolso, ya casi no miro tus fotos,  casi no sufro pensando si te fuiste para no volver, casi me acostumbro a dormir sola y a despertar sin tus buenos días. Casi no pienso en ti y casi no me miento a mi misma.

Saber que no quieres besar otros labios, acariciar otra cara, qué no quieres compartir tus sábanas con nadie más, que a mi el único frío que me gustaba es el que tú me quitabas. Qué me dan igual los otros,  que vengan me sonrían y me hagan reír. Porque no son tú y nunca lo serán. Y no estoy preparada para asumir que esto ya va a seguir así. Qué va a llegar el invierno y tu no estas, y sigues sin aparecer y se con certeza que no lo harás, qué a mi nadie va a venir a salavarme porque sólo me puedes salvar tu.


He de reconocer que no sé estar sola, no puedo, me consumo, me agobio y me entran ganas de llorar. No sé olvidar, no consigo perdonarme, no sé quererme y se me ha olvidado como era eso de pensar en mi.  Supongo que todo es consecuencia de lo mismo, de mis errores, esos errores que me han dejado aquí. Me he convertido en una cobarde y en la mítica estúpida llorona que espera que vengas y me salves. Te sigo extrañando, sin remedio..







Y es que nadie me mira como lo hacías tú..

martes, 3 de noviembre de 2015

He vuelto a casa

Y después de tanto tiempo te alejas, te separas de aquello a lo que tanto te había costado adaptarte.
Porque no fue tan fácil como parece, tuviste que aprender a superar tus miedos solo y enfrentarte a tu nueva vida.

Aprendiste a disfrutar de la soledad, lo cual parecía imposible aquellos primeros días. No he vivido fines de semana más largos que los de mis primeros meses en la barriada. Que hiciste la maleta, la cargaste de ilusiones, de expectativas y de ganas de nuevos amigos. Y llegas y te das cuenta que cuando abres tu ventana allí no huele a mar, que en la cristalera del salón lo más bonito que vas a ver es el edificio azul de en frente dónde el del tercero tiene fuera el váter. Sales a la calle y que todo son cuestas y días grises en los que no para de llover, y chicos, da igual que parezca que ha salido el sol, siempre, siempre terminará lloviendo. Tu compañero de batallas pensabas que sería el paraguas pero no, tres segundos después de salir de casa, tu paraguas en el primer contenedor. ¿Qué se puede de esperar de una Zamorana frente a los vientos del norte? el soplar y el llover del norte juegan en otra liga, así que me hice buena amiga del chubasquero.

Las botas de agua, el chubasquero y a subir y bajar cuestas hasta que aprendes que Santander no era tan fácil como pensabas cuando venías en verano y te tumbabas en la playa cual lagarto al sol. Cómo se consumían los datos ese primer mes de darle al Google maps, bendita salvación.
Estudiar en Santander no solo te aporta ese odio hacia la UC, si no que a parte de estudiar un máster con todos los trabajos, cursos y mierdas varias que exige, también te has sacado un doctorado en meteorología y vientos, porque si sopla sur cuando deja de soplar llueve etc, esas cosas que tu en tu vida te has planteado, porque a mi me pega el aire, hace más frío o menos frío pero no saco la brújula. Pues en Santander te aprendes al dedillo los puntos cardinales.
Después del primer mes subiendo cuestas tomas conciencia de la importancia del transporte público y llega el momento de hacerte con tu tarjeta TUS. Ya casi te has hecho con el kit de supervivencia, el chubasquero, las botas de agua y la tarjeta del bus. Sólo te queda experimentar la noche santanderina y llegar sano y salvo a la barriada, para lo cual a las 6 de la mañana como muy tarde ( porque allí el horario es bastante deprimente) debías elegir si el túnel interminable o la cuesta infernal, dependiendo del grado de motivación o del número de cervezas, porque no pagarás un taxi, eso es el quinto mandamiento en tu plan de ahorro mensual. Total, que al final acabas llegando a casa por un camino u otro, con los vasos vacíos de las copas que tu y tu compañera de piso os habéis bebido esa noche para que la vida diaria sea un poco mejor que esas tazas victorianas.

Junto a nuestro juego de tazas victorianas, teníamos en nuestro poder una lámpara de la misma época que hacía de luz para el pasillo durante el tiempo que hiciera falta hasta que el padre de alguna entrara en nuestra guarida y viera las condiciones en las cuales sobrevivíamos. Junto con nuestro despropósito a nivel de iluminación estaba la televisión, si se podía llamar así a esa minúscula caja cuadrada que no te permitía ver ni 5 minutos sin que aparecieran esas rayas, a las cuales tu cerebro se acababa adaptando y ya te daba lo mismo.



En verdad, tu piso el primer día era como el Palacio de Buckingham y ahora parece la cueva de los cuarenta ladrones. ¿Quién dijo que vivir sola, en un piso de estudiantes, bajo un clima húmedo iba a ser fácil? Horrible, ya no es por la limpieza semanal de la casa, ya no es por la torre de platos que se acumulan en la cocina. Lo peorcísimo de todo era el momento del secado de la ropa. Dos segundos de despiste y tu ropa huele a mierda, pero huele mal al salir de la lavadora o al estar tendida en el tendedero ( de dentro, evidentemente) , el cual la avispada de tu casera no piensa que viviendo en Santander es un utensilio imprescindible, no. Reproches a parte, vivir allí implicaba poder lavar tu ropa al menos dos veces el mismo día.

Pero no todo era malo en la barriada, teníamos un estupendo bar con máquina de tabaco a un metro de casa que olía a pescado podrido, pero teníamos al farmacéutico más guapo de todo Santander. Y qué decir de ese Lupa a dos pasos de casa, ¿quién dijo que no se podía bajar a hacer la compra en pijama?, había que adaptarse al estilismo de la barriada y tu pijama de cuadros era el mejor conjunto para bajar a pasear al perro, para ir al lupa o a lo que se prestara oportuno en cualquier momento.

En el pisito he aprendido a coser disfraces con goma eva, he aprendido lo que significa "Tere, una puntadita más" he aprendido a valorar la comida de mi casa, me he dado cuenta de lo importante que es ahorrar, cómo se pone una lavadora en condiciones. He visitado más el igualatorio (centro de salud) que la playa, he conocido los míticos carnavales de Santoña, la tortilla del body y del manila, he salido a correr por Mataleñas , he sobrevivido al kudeta y al Indian, he vivido en la calle Tetuán con cinco pisos sin ascensor, me he quedado sin casa dónde vivir durante una semana, he aprendido lo que es ir sin zapatillas por casa y pisar un pis. He aprendido a valorar los domingos como el mejor día de la semana ya que mis compis llegaban a casa y se acababa mi soledad, he aprendido mucho diría yo. Cómo se echan de menos las charlas hasta las mil, las listas de pelis que teníamos por ver, que el sofá en la ventana sea un balcón, se echan de menos hasta los taconazos de claudia y las risas con ella, se echan de menos los días de playa en buena compañía, los Mc. Donals de María, los trabajos hasta las mil de Laurita, los paseos con Boston. Las cervezas y la pane con Pauli, el acento de Graná mi querido Jose.

Como podéis comprobar nos adaptamos bastante bien a las nuevas situaciones, en mi caso me adaptaba tanto que comencé a utilizar la terminología cántabra, dónde ibas a la "baza" (wc), dónde llovía "pila" (mucho), donde todo estaba "flaman" (estupendo/maravilloso), dónde un cerdo es un "chon" y "palear" es meter fichas de toda la vida, dónde los hombres en vez de ir en calzoncillos van en "cillos" y donde toda palabra terminada en -uco/a  designaba ser un cántabro hecho y derecho. En santander podías ser un "raquero", un "pasiego" y otras cosas más que mi año de experiencia no me dejado llegar a comprender.

Pero la verdad es que me volvería allí sin pensarlo, porque al final de esos 365 días echas de menos el mar aunque no lo vieras desde tu ventana, cuando vuelves a casa extrañas los cinco pisos de escaleras, extrañas desde las cuestas hasta darte cuenta que aquí sabes llevar un paraguas. Extrañas absolutamente todo lo que significaba vivir a tu manera y sobrevivir comiendo pasta. Extrañas esas compañeras de piso que se convirtieron en familia, extrañas hasta a esa gente del máster que hubieras estrangulado las primeras semanas por su falta de socialización, y por supuesto a esos amigos que a diferencia de todos los cántabros secos ellos eran la alegría de la huerta.

Que Santander quedó atrás con miles de recuerdos vividos, con muchísimas personas que han formado parte de mi vida y que a día de hoy las extraño, desde la primera hasta la última. Y que a pesar de todas las dificultades he aprendido, he crecido y he madurado.

Santander, me encantas, con tus cuestas, tu lluvia, tu gente, tu mar  y todo lo que te hace ser tan especial.



domingo, 18 de octubre de 2015

FRÍO

Que te quedaste sin saber como son las noches de invierno con mis pies fríos buscando calor. Que se te olvidará como cierro los ojos y agacho la cabeza cuando estoy vergonzosa. Que ya parece que eso de mirarte y morderme los labios quedó en un recuerdo cada vez más borroso.
Que me aferro a mi estúpido orgullo de mujer cada mañana, e intento que hoy que probablemente a las dos de la mañana no esté bebiendo cerveza y pensando en ti en cualquier bar, me hago la dura, la fuerte, la que no le duele. Que tu no sepas que la única manera de no pensar en ti sea llegar inconsciente a la cama. 

Pero una parece que se acostumbra, te acostumbras al frío de la cama, a las canciones que hablan de vosotros, a mirar cada cinco minutos sus fotos contigo, a beber cervezas para no hablar de ti,  a bailar hasta perder el aliento, a llegar cada sábado a las 8 de la mañana...
Pero hay cosas a las que no, no te acostumbras, pasen los días que pasen no te acostumbras a no verle,  a no oír su voz, a sus buenos días y te quieros al despedirse.

Quizá aprendas a no buscar su cara por las calles, a no mirar todas las redes sociales esperando ese mensaje que no va a llegar.  Quizá me acostumbro a evitarle, porque la distancia juega a favor y mis recuerdos en contra. Pero no hay nada mas inevitable que esa punzada en el estómago cuándo dicen su nombre, cuando alguien te cuenta que a él todo le va bien. 

Porque no puedo cambiar una tarde en la terraza del BNS frente al mar por todas mis tardes por Gran Via.

Porque aún se me escapa tu nombre entre mis pensamientos, que por suerte o desgracia siempre acaba sonando tu canción en un bar a las cuatro de la mañana. Que como cada domingo eres la peor de mis resacas. Que me sigo engañando cuando borro tu número cada día, sabiendo que encontraré una mínima escusa para volver a coger el teléfono y teclear cada cifra de memoria. 

Y sigo siendo tan absurda como saber con absoluta certeza que no hay respuesta, ni verbalizacion posible que vaya a hacerme sentir mejor y como una puta kamikaze vuelvo a escribirte, para soltar el teléfono con los ojos hinchados e inundados de lágrimas por seguir teniendo esperanzas una vez más.

Pero te acordaras de mi, en algún segundo del día espero que me recuerdes, vivo gracias a estas tonterías que me hacen pensar que no me has olvidado. Y que mañana al ir a trabajar conduciendo tu volkswagen golf mirarás de reojo si siguen mis letras en la luna del coche y así como cada día, sin querer, pensaras en mi.



Y saber que hay cosas que jamás podrán ser pero que venderías tu alma al diablo por que fuera, hoy, mañana o en otra vida, pero que vuelva y sea.

martes, 13 de octubre de 2015

BRAVE

La cosa va de tapar, de escapar, de cambiar la ruta, de huir hacía un lugar mejor, o quizá no mejor. Probablemente solo emigrar allí dónde tu dolor sea más efímero, dónde los sentimientos puedan disiparse en tardes de café y charla, dónde el corazón deje de acelerarse al salir a la calle y pueda latir a su ritmo. Allí dónde tu felicidad no dependa de mirar alrededor y recordar todo lo que fue y ya no es.

Pues evidentemente se acabó, no sigamos enterrándonos en ese océano de sentimientos contradictorios, que si ya fue, ya no volverá a ser y todo eso de "luchar por lo que quieres", o toda esa palabrería barata de "si no terminó bien es que no es el final", "merece la pena luchar por lo que vale la pena tener" y mierdas de este estilo que solo pretenden evitarte ese dolor que se te agarra al pecho que no se va a ir, porque no se va, por mucha frase filosófica esperanzadora que leas.

¡Venga ya! vamos a dejarnos de estupideces y abrir los ojos de una vez, que esto de estamparse cuarenta mil veces contra la misma pared ya cansa, que si no sale bien será que no va a salir bien, y no hoy o mañana, sino en la puta vida. Que el que no supo perdonarte hace cuatro meses no te perdonará después de cuatro años, que el que te dijo que te quería y te dio la patada ya no te lo vas a creer nunca más. Y dime tú, para qué, para qué volvemos a lo mismo una y otra y otra vez, para sentir ese resquicio de esperanza de que por un segundo y solo por un segundo se te han alineado todos los planetas del universo y parece que todo va a salir bien. Joder como nos engañamos, si es que no hay nada más claro que esa punzada en el estómago que te dice que esto YA NO VA A SALIR BIEN.

Y si tu cuerpo te dice, eh! que no te engañes que este tío no va a volver, no te obceques, que no. Que todas esas señales que tu piensas que son para ti quizás te las estas inventando, que más da las fotos que suba a las redes sociales, los cuatrocientos seguidores que tenga y los comentarios de las cuatro Barbies de turno, que más da. Que si te dejó, es que no quería estar contigo, por mucha mierda que te haga creer que siente. Así que hazte un favor y vete de ahí, vete de ese circulo vicioso de dolor, tristeza y culpabilidad porque te dejó, no fue capaz de mirarte a los ojos y darse cuenta que eras tú lo que realmente le hacía sonreír cada mañana.


Y aunque el camino es amargo y se que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar.

martes, 29 de septiembre de 2015

Autoengaño emocional.

El amor aquello que se demuestra sin regalos, ni aniversarios, ni siquiera con el mejor polvo sobre la mejor cama. El amor se demuestra sabiendo aceptar al otro, quererlo como es, respetar sus ideas, disfrutar de sus virtudes y convivir con sus defectos hasta el punto que hasta sus defectos parezcan maravillosos. Amar es luchar hacia delante a pesar de las dificultades, es estar cuando sale el sol y cuando no para de llover. Amar es soñar con esa persona, son visiones de futuro, son ganas de compartir, son momentos de no parar de reír, son momentos de discusión pero que sabes que siempre van a solucionarse. Amar es no tener miedo a que llegue mañana, no tener miedo a tener una vida más allá de la de tu pareja, amar es respetar la intimidad del otro, saber que vaya a dónde vaya o con quién vaya va a seguir sin fallarte. Amar es mirar en la misma dirección, es compartir, convivir, sentirse feliz y seguro.




El amor no es una jaula de la que no puedes salir, estar con alguien no es aguantar como en un campeonato de apnea hasta que se te acaba el aire y no puedes más, no es sentirse inseguro, no es perder tu vida social, no es ignorar todo menos a tu pareja, no es vivir dependiendo de alguien, no es sufrir por la otra persona, no es esa angustia, no es temblar, no es ansiedad, no es llorar.
Nos creemos que el amor es sufrir, que cuánto peor lo pasamos por esa persona más la amamos, y no es así. NO, no deberíamos sentir amor por alguien que nos hace sufrir, amar no es levantarse y acostarse con miedo a perder, no es perder tu libertad, tu intimidad y tu vida por otra persona, no.

Amar es algo natural, espontáneo, bonito y lleno de sensaciones positivas, amar es lo que te hace grande y lo que te hace sentirte mejor persona. Amar no te hace sentirte un miserable, amar no es sentirse culpable, no son reproches, amar no son mentiras, amar no son excusas. Amar es todo lo contrario, amar es ser sincero, es confiar, es querer siempre sin excusas, es estar dispuesto, amar es sentirte afortunado por tener a esa persona a tu lado, amar es querer a las personas tal como son, con sus creencias políticas, con sus vicios, con su entorno y muy importante, con su pasado.

Querer es saber que alguien vivió antes de llegar a tu lado, y que todo eso que ha vivido le ha convertido en la persona maravillosa que es ahora, que todos cometemos errores, que todos tenemos mejores o peores recuerdos del pasado pero es eso, el pasado, y quieras o no siempre va a estar allí y no es nada malo. Querer es saber perdonar y sentir que esa persona merece esa oportunidad, querer es confiar en esa persona a ciegas, poner la mano en el fuego por ella.

Quiere por como es hoy, quiere por lo que te hace sentir, quiere aunque te equivoques, quiere aunque sufras al final, quiere y quiere mucho, quiere porque merece la pena y quiere hasta que te partan el corazón, porque en esta vida hay que vivirlo todo y esconderse en el caparazón no te va a hacer una persona más feliz.

Alguien sabio dijo una vez:

"Perdona pero perdona lo que haga falta. Cuanto más grande sea la cagada, mayor será tu oportunidad para perdonar. Y no se trata de predicar rollos judeocristianos sobre la culpa, el arrepentimiento o el acto público de contrición.  Es que en esta vida serás tan grande como el perdón que hayas sido capaz de otorgar. 
Perdona pero sobre todo sé perdonado. Porque ser perdonado es el otro gran chute de energía vital. Notar que no existe una segunda oportunidad, porque ésta vuelve a ser la primera. Creer en lo que se había construido antes de cagarla. Y ser consciente de que puede que nos volvamos a equivocar. Es el hoy por ti mañana por mí de las relaciones humanas. La vaselina que nos da la vida para poder continuar."

domingo, 16 de agosto de 2015

ADIÓS

Y cómo duele decir adiós, cómo duele despedirse sin querer irse, cómo duele verle marchar, cómo se te agarra esa sensación al pecho cuando te das cuenta que se acabó. Cómo me tiembla el cuerpo sólo de pensar en ti, cómo hacer para que esto no duela tanto..

Joder, ¿por qué? ¿Por qué me ha tocado volver a perder?,  me vuelven a dejar rota y tirada en una cuneta. ¿Por qué no tengo derecho a una oportunidad de verdad? Que estoy cansada de ir dando bandazos por la vida, que no quiero más personas que me hagan sentir especial, que me remuevan todo por dentro, que me hagan sentir viva y luego desaparecen, personas que te dejan en la estacada, que mucho prometieron y nunca cumplieron su palabra, y es que ya no me creo eso de para siempre. Nada es para siempre, mejor no engañarse, nadie te va a querer más que tu mismo y nadie va a partirse el culo por ti. Que estoy cansada de dar todo por las personas y luego recibir una patada, porque no creo que nadie esté en el derecho de hacer tanto daño.

No se qué me duele más sí el vacío que dejas cuando marchas o la indiferencia , no se que es lo que me está desgarrando por dentro sí él haber creído que eras el de verdad o que hayas acabado sin mirarme a la cara. No lo sé, sólo se que duele, que corta la respiración, que se agarra al pecho, que duele tanto que cuesta pensar en un día más.Qué difícil es darte cuenta que lo que para ti era lo más importante para los demás no fuera igual. Nada más doloroso que despedirse, nada más desgarrador que sentir que la persona que amas se avergüenza de ti, nada peor que abrir los ojos por la mañana y no sentirte aquí.
Que no vas a despertar más a su lado, y que ya no vas a cumplir ninguno de esos planes que teníais juntos. Que no habrá más días 19 ni más besos, ni abrazos, ni sonrisas, ni siquiera poder ver esos ojos azules y sentir que era lo más bonito de tu mundo, porque ya no vas a volver a tenerlo. Tan rápido como llegaste a mi vida te vas y como había previsto dejas todo arrasado a tu paso.
Adiós ojazos, gracias por haberme hecho sentir tanto.

martes, 11 de agosto de 2015

Neverland


No se si mis actos demuestran mis palabras, no se si me estoy equivocando con la metodología, si el problema es la puesta en práctica. Nunca fui lo mejor de lo mejor, no estoy acostumbrada a ganar siempre ni siquiera se cómo hacer para aferrar a mi vida aquello que me hace feliz.

Sí es cierto, otras historias fueron más fáciles, más o menos duras por unas cosas u otras, más complicadas de sobrellevar o tan simple como "borrón y cuenta nueva".  Quizá en estos veintidós años no haya vivido lo suficiente para juzgar lo que realmente me merece la pena, y sí hay ciertas cosas por las que no debería pasar. Lo que sí sé de estos años es que el que no arriesga no gana, que nada se consigue sin esfuerzo y que las cosas que merecen la pena nunca son fáciles.

No se explicar lo que está pasando, se me escapa de las manos. Se lo que quiero, lo que necesito, lo que me da alegría, lo que me da esas ganas de abrir los ojos cada mañana, sé que es lo que me hace notar esa sensación que me eriza la piel y me da escalofríos, sé por qué motivo los días se hacen cuesta arriba, sé que es lo que me falta para disfrutar cada día pero y qué más da que yo lo sepa, si el motivo de todo esto no quiere serlo, si renuncia a todo esto.

Darte cuenta de que no vas a poder tenerlo por mucho que te esfuerces, que en realidad sí hay cosas que ni con toda la ilusión y todas las ganas se pueden lograr. Aprendí a caer y levantarme, a ser perseverante, a saber que es lo bueno y lo malo, comprendí que hay ciertas cosas que hay que hacer con calma, aprendí que las cosas que merecen la pena hay que guardarlas en frascos de cristal y cuidarlos como un tesoro, aprendí que tengo mucho que aprender, que hay que dejar de ser un niño perdido y poner los pies en el suelo.Y ese quizás es el problema, que me gusta vivir con la cabeza en las nubes, que me gustaría vivirlo todo, sentirlo todo, que no me importa cometer errores porque eso es aprendizaje, que me gusta explorar a fondo cada situación y no darme por vencida a la primera de cambio.

Y por eso estoy hoy aquí, porque fui una luchadora, porque agarré fuerte mis miedos y aprendí a sonreír hasta en los días más duros, porque supe valorar, porque aunque tarde aprendí a cambiar las cosas, porque sé dar lo mejor de mi y porque te quiero. Porque el amor es duro, y el desamor muchisimo más, y sí, me toca a mi, me toca a mi aceptar que quizás no lo consiga, que lo que yo creo que es lo más especial y lo más bonito del mundo se quede en eso. Que nunca llegue a ser realidad, que se acaben los planes, las ganas y los sentimientos porque no supimos darles alas.

Que a veces es importante cubrirse de polvo de hadas y viajar a Nuncajamás, que las cosas de mayores ya son complicadas y nosotros somos tan estúpidos de complicarlas más.

Ojazos, te echo de menos. Vuelve..

jueves, 30 de julio de 2015

Distance

364 km  la distancia entre dos puntos. Si lo miras con perspectiva no están tan lejos, podría ser peor, podrían estar destinados a vivir cada uno en una punta del planeta. Tú norte, yo sur, tú calor, yo frío, tú blanco, yo negro, tu tampico y yo tampoco.

Y eso, tan especial, tan inexplicable, ese cosquilleo, ese nudo en el estómago, ese sintigo, ese si y no, una montaña rusa de sensaciones, tan pronto subes hasta la cima más alta dónde todo es pequeño e insignificante y al segundo caes de cabeza sin paracaídas esperando que en la última milésima de segundo él llegue y te salve.

La princesa encerrada en la torre por un dragón que espera que llegue el príncipe y la rescate, el pueblo arrasado por esa ola infinitamente grande y fuerte que se lo lleva todo a su paso, el que ha perdido la esperanza y de repente ¡pah! todo da un vuelco. Cosas que suceden cuando menos las esperas, situaciones que te parten en dos, personas que te remueven todo por dentro, caídas, piedras en el camino, tropiezos... Y es que yo como tú bien sabes soy el ejemplo perfecto de imperfección, soy esa que tropieza y hasta que no se abre la cabeza no se da cuenta que esa piedra hay que saltarla, tan Peter Pan, tan infantil, con la cabeza en las nubes. De esas que creen que si es difícil es porque merece la pena, error tras error, golpe tras golpe, decepción tras decepción y cada día más fuerte.
Yo tan miedica, tan valiente a veces, tan arriesgada, tan poco coherente, tan despistada, tan inestable, tan soñadora. Y supongo que tiene su encanto, que si todo fuera sota, caballo y rey ¿Qué aburrimiento no?

Por eso, ¡qué son 364km comparados con lo que queda por venir!, con lo que siento cuando apareces, con cómo has llegado arrasando con todo y te has quedado tan dentro de mi.

Dame un punto de apoyo y yo pongo el mundo a tus pies, reduzco las distancias, borro los miedos, destierro las desconfianzas, dime que tú también crees en esto y no necesito nada más.

Distancia es el futuro, lo que nos separa de ahora y de lo que está por venir, distancia es el tiempo de las relaciones, cuánto llevamos juntos, cuántos momentos vividos, eso también es distancia. Lo que nos queda por vivir.


Y no temas ojazos, tú y yo podemos con esto y con todo lo que venga, que este amor que se agarra al pecho no lo quitan 364 km.





jueves, 16 de julio de 2015

Tsunami

Esa sensación de vacío que dejas cuando te vas, ese escalofrío que me recorre todo el cuerpo. La soledad, el silencio, los ojos vidriosos y el estómago encogido. Me tiemblan las manos, pierdo la energía,la sonrisa, las ganas, simplemente mi día pierde el sentido..

Y me gustaría sonreír, salir a la calle y hacer mil planes, reírme a carcajadas y gritarle al mundo que soy la persona más feliz de la tierra.Pero no puedo, porque cuando desapareces me caigo, me entristece saber que quizás mañana ya no estés, que no vuelva a sentir eso que tu me das, perderte y no saber sí volverás.
Por eso sé que te quiero, porque me dejas vacía cuando marchas, porque me invade el miedo y se me quitan las ganas, porque se me encoge el corazón y no puedo sentirme bien.

Te quiero porque cada mínimo gesto tuyo por minúsculo que sea, para mi es una inyección de energía, porque mirarte a los ojos me alegra el día, porque sentirte cerca me basta para sentirme fuerte, porque me encanta que estés ahí para llenar mis días, para irme a la cama y sentirme la más afortunada del mundo porque te tengo a mi lado.  Que me gustan los días contigo, me gusta pasar horas y horas juntos, me gusta verte en mi casa revolviendo toda la cocina, me gusta verte pasear por ahí sin camiseta y pensar es el chico más guapo del mundo y está aquí conmigo, me gusta tumbarme en el sofá contigo, darte masajes en los pies, abrazarte, cuidarte, darte la mano por la calle, tener vida de pareja, de planes de domingo... Me gusta despertar cada día a la hora que sea pero contigo al lado, y me da igual sí me caigo de la cama, me robas las sábanas y abrazas a los cojines y no a mi, me da igual. Porque soy la persona más afortunada del mundo por tenerte en mi vida. Te quiero y te amo y apenas de decirlo, que se me para el corazón cuando no estas y se me acelera sí te veo, te necesito, me encantas tu y como me siento cuando estoy contigo. Gracias, gracias por ser como eres, gracias por todo lo que hemos vivido juntos. Ojalá vuelva a vivir mucho más a tu lado, eres el amor de mi vida y eso no se puede cambiar.. Te echare de menos estos días, por favor.. No me olvides.

domingo, 12 de julio de 2015

Nadie más

Y saber que te da igual si viene y se va si en realidad ya había vuelto, que no importen las despedidas si sientes que os volveréis a ver. Me dan igual las veces que tengas que irte para darte cuenta que me quieres, me importa una mierda los días que tenga que esperar, que te irás, qué vendrás, que me dirás que sí y a los dos minutos que no. Me da igual un día, una semana, un mes o una vida, me da igual el tiempo que tenga que pasar, porque desde que me pasa eso no quiero que me pase con nadie más.

Porque seas tú, quien no llama, quien no me mira, quién no quiere verme, pero que seas tú. Que seas tú por el que se me pone ese nudo en el estómago, por ti por el que los días sean eternos o efímeros, por tí que me levante cada mañana con una sonrisa y ganas de comerme el mundo, por tí que hayas puesto mi cabeza loca en su sitio.

Y si, yo sí tengo las cosas claras, quiero hacerte feliz, quiero pasarme la vida riendo a carcajadas a tu lado, quiero abrir los ojos cada día y ver como estás ahí, quiero poder besarte todos los días hasta desgastarte, quiero abrazarte tanto que pierda hasta las fuerzas, quiero desayunar contigo,comer contigo,cenar contigo,vivir contigo, quiero todo pero contigo. Quiero un día a día con un poquito de tí, que las penas son menos si estás tu y los buenos momentos son increiblemente geniales a tu lado. Que tienes poderes curativos, tus besos, tus caricias, tus abrazos, en definitiva tu presencia cura.
Te quiero cerca porque contigo me siento en casa, porque tienes un hueco entre el hombro y el pecho que es mi rincón favorito, te quiero cerca porque me das ánimos para seguir, porque me abres los ojos, porque sin darte cuenta me cuidas, porque eres bueno, porque tenerte cerca es lo más increible que me ha pasado nunca.

Te quiero cerca, te quiero y quiero demostrarte que lo nuestro puede salir bien, que no puedes arrasar con todo y dejarme así, que necesito que vuelvas y me ayudes a comerme el mundo cada día. Que lo que sucedió entre nosotros el primer día es de eso que cuentan en las películas, de eso que no crees que puede pasar, de eso que hace que en un mes me haya vuelto loca por tí y no pueda dejarte escapar.

Escucha ojazos, esto es amor del bueno, déjame vivirlo contigo.


sábado, 11 de julio de 2015

De verle reír tambien se vive

El silencio hace más ruido que tú estos días, es la sensación de vacío que te recorre todo el cuerpo, es el abrir los ojos por la mañana y desear que nada hubiera pasado, querer mirar al otro lado de la cama y verte. Es tener durante todo el día la esperanza de que suene el móvil y alguna vez seas tu. Es salir a la calle y tener la esperanza de cruzarse y que vuelvas a sentir eso de cuando eramos tu y yo. Son las letras de las canciones que de repente cobran sentido y todas me hablan de ti, de que me equivoqué y te perdí. Son los olores, los sueños, las fotos, los sitios, los recuerdos en definitiva. 

Y seguirá aquí esperando a que un día despiertes con ganas de volver, que por fin llames y que digas que aún la quieres, que merece la pena ser feliz a su lado. No sé cuanto tiempo hace falta para curar las heridas, ni cuanto puede aguantar un corazón roto, no sé si al final dejarás tu orgullo de lado y volverás. 

Ojalá las cosas hubieran sido distintas, ojalá hubiera podido demostrar que todo lo que vivimos fué verdad. Quizá algún día sepas perdonar y entiendas que fue un error.

Y lo que duele no poder volver a mirarte, a abrazarte, a contar los lunares de tu espalda mientras duermes a mi lado, no poder volver a sentir tus caricias, saber que no habrá más besos de esos que te erizan la piel. Ojalá supieras lo mucho que te extraño, lo que echo de menos tus sonrisas, los momentos juntos, los desayunos en la terraza, los días de playa, de cine, de cafés y cervezas, los cachetes en el culo, nuestras tonterías, dejarte notas en el parabrisas y decirte que te quiero y poder compartir contigo mi día a día. 

Vuelve, por favor...



jueves, 9 de julio de 2015

Ojazos, presta atención.

Yo me cago en los pactos, en negar los sentimientos, en no verse, en no hablarse, en no escribirse, en simplemente no mirarse. Yo me cago en esas personas que no son capaces de arriesgar hasta su último aliento por lo que les hace felices, ¿Qué coño hacéis con vuestra vida los que no sabéis remendar el corazón y volver a intentarlo? Que la vida no es todo risas y fiesta, que sí, hay cosas que te van a hacer daño, hay personas que te van a herir por regla general, y sí, te acabarás enamorando cuando menos te lo esperes y sufrirás, sufrirás como un perro. Que siempre querrás a quién no te quiere y te querrá quién tú no quieres, sí, así es.  Que no puedes pasarte la vida en esa burbuja a modo de escudo protector, porque el día menos pensado vas a caer, y vas a llorar, vas a perder el culo y hasta los dientes por ella.

Que amigos, hay cosas en la vida que son inevitables.
Tan inevitable como enamorarte de quién te va a dejar hecho una mierda, eso es la vida. Y te harán pedazos, y ojalá te rompan el corazón, en trozos tan pequeños que sean imperceptibles, ojalá te hagan llorar, ojalá te hagan tanto daño que tengas que coger cada uno de esos diminutos trozos y volver a juntarlos y que lo consigas y sigas adelante, porque valdrá la pena. Y vale la pena, que te vuelvas tan loco que pierdas la noción del tiempo, que te dejes llevar tanto por tus sentimientos que acabes olvidando hasta tu propio nombre, que recuerdes el porqué y tengas que levantarte, porque valdrá la pena, y vale la pena porque hiciste lo imposible por aquello que sentías.

Y qué importa, si hiciste lo que querías, si te dejaste llevar, hay que ser un poco irracional, un poco imprudente, un poco incoherente. Deja de calcular los pros y los contras, que sí te paras a pensar en ello estas perdiendo el tiempo en disfrutar. Disfruta, sé feliz, equivocate, equivocate una y otra vez porque vale la pena. Cae y vuelve a levantar que la vida sigue y no va a estar esperando a que te pienses dos veces si debes o no debes besarla, bésala. Cómetela a besos porque te lo pide el cuerpo, agarrala fuerte, tan fuerte que seáis uno solo. Llámala, mírala, abrázala, siéntela y olvídate de que te dice tu orgullo, que quizá mañana ya no puedas.
Hazme caso, déjate de pactos absurdos para evitar volver a caer, eres débil, eres así porque la quieres, porque ella te hizo sentir la persona más grande del mundo, porque ella te dió lo que te faltaba, te ha dado las ganas de no querer a nadie más, no te engañes, la quieres y no la quieres perder, pues lucha joder, ¡deja de esconder la cabeza! Y siéntete orgulloso de luchar por lo que sientes, y qué más da si luego sale mal, mejor luchar que morir sin haberlo intentado.
Pierde el control, suéltate la melena y echa el resto, porque merece la pena.

Presumo de querer a personas valientes en mi vida y cuando menos lo espero pierdo las bragas por el primer cobarde que se me pasa por delante.

miércoles, 8 de julio de 2015

Un salto al vacío


Que yo no quiero amores con fecha de caducidad, yo quiero amores de esos que duelen, de los que te cuesta respirar cuando te falta, de los que te aceleran el pulso cuando se acercan, de los que te erizan la piel con el roce de su cuerpo, de los que te quitan las ganas de todo cuando sabes que no podrás recuperarlo. 

Y me da igual sufrir por ese amor, porque duele, y duele porque es de verdad, duele porque es amor de los que se te enganchan al pecho y no te dejan vivir. Quiero esos amores a los que te aferras y sabes que es algo bueno, de lo mejor que te ha sucedido, amores que te abren los ojos y te hacen ver que no todo es o blanco o negro que hay una preciosa gama de colores. Amores que te hacen sonreír, amores que te dan ganas de gritarle al mundo que todo va a salir bien, amores que te hacen sentir la certeza de que sí, que es lo más de verdad que te han hecho sentir en la vida.

Y es que ya estoy cansada de amores pasajeros, de noches de locura, de mañanas de resaca y de no pensar dos veces con quien quieres de verdad pasar todos los días de tu vida. Alguien me dijo una vez que ya es hora de dejar de ser una alocada y colocar la cabeza en su sitio y qué razón tiene.

Y ahora que tengo algo de eso que te hace que falte hasta el aliento, lo voy a cuidar, porque sé que es verdad de la buena, qué ya era hora de ser feliz y de olvidarse de todo lo que pasó. Quiero un ahora un presente y un futuro, quiero que pasen los días y que me siga haciendo feliz, porque con sólo un poquito de esos ojos azules sabes que TODO absolutamente TODO va a salir bien.

Y con sus ojos azules y su sonrisa arrasó como un tsunami.

Él es eso que no esperabas, eso que dicen "llegará cuando menos te lo esperes", es de esas cosas buenas que solo pasan una vez en la vida. 
Él es el que sin querer entró hasta el fondo y no voy a permitir que se marche.




jueves, 4 de junio de 2015

Sobran las palabras.



Ella.  Fría como un témpano de hielo, alérgica a los te quiero.

Ella. Distante, distraída, despistada, descentrada, descolocada y hasta un poco descerebrada.

Ella. infantil, ilusa, desilusionada. 

Ella. Invencible, inaccesible y quizá insegura.

Ella. Pensativa y cansada.

Ella, la que se quedó muda. 

Ella, hecha pedazos que nadie recogió.

Ella, la de los abrazos a destiempo, la de los besos distraídos.


Y finge que nunca se enamoró. 

Y finge que no duele, que el tiempo pasó y curó sus heridas.

Y los recuerdos aún le arañan las vísceras y el corazón. 


Ella, tan desmemoriada para todo menos para él.

Ella, valiente y luchadora, 

Ella, decidida y espontánea.

Ella, siempre demasiado emocional.

Ella, con ganas de dejarse llevar.

Ella, con los sentimientos a flor de piel.

Ella, la que no sabe pedir perdón, la que tiene miedo a querer.


Y es que tú, la desgastaste.

Le hiciste sentir que podía volar y le cortaste las alas.

Tú, que le regalabas los te quiero, le hiciste sentir especial.

Tú, culpable de sus pesadillas y sus insomnios.

Tú, egoísta.

Tú, que no sabes curar ni tus propias heridas.

Tú. Cobarde,

Vete y no vuelvas más.

Deja de decir con palabras que no me quieres cuando no es lo que sientes. 

Cierra los ojos, que no quiero que me digan que aún no me olvidaste.


Así que, te digo adiós.

Adiós para siempre.
Adiós sin palabras. Porque no tengo fuerzas para mirarte y articular ni una sola.
Adiós, porque necesito reconstruir lo que dejaste hecho trizas.

Adiós.
Adiós porque te quiero como no he podido querer.

Y si hubiera podido hablarte te diría que me hubiera gustado haberte dicho más de lo que llegué a decirte. 
Que me hubiera gustado callarme todo lo que no debí haber dicho. Que las palabras no son más que palabras.

Te diría que durante el tiempo que nos distanciamos estuvimos más cerca de lo que nunca habíamos estado. Que nadie fue tanto queriendo ser nada. Te diría que besé otras bocas y mordí otros labios, pero que los tuyos saben mejor.Te diría que recorriendo otros cuerpos descubrí que ninguno es como el tuyo.Te diría que los hay más guapos, pero que ninguno es como tú. Que los demás son cualquiera a tu lado. Si te tuviera delante te diría que otros también han dolido, pero que tú dueles siempre.
Pensándolo bien, si te tuviera delante no te diría nada. A veces sobran las palabras.




sábado, 16 de mayo de 2015

Fácil

De las personas con fecha de caducidad a esas que parecen que son eternas.

Las que te dan la vida con una mirada y una sonrisa. Esas personas que revolucionan tu vida, le dan la vuelta y la ponen patas arriba, esas personas que te hacen replantearte absolutamente todo y te hacen ver la vida desde otra perspectiva.

 Personas que te hacen pensar como un niño,  hacer locuras, dejarte llevar.

Me gusta, como la mente de un niño, donde la locura alimenta cada segundo, donde nada es ni malo ni bueno, donde solo vale el disfrutar cada momento como si fuera el último.

Y qué mas da si estas cerca o lejos porque sabes que algún día volverán a cruzarse y a decirse todo con la mirada.

Que te haga esbozar una sonrisa, esa sensación, que se tambalee todo lo que parecía correcto, que seas tú.

sábado, 31 de enero de 2015

No, no iba a ser fácil.



Tú lo sabías, eras consciente de que ese dolor que te oprimía el pecho y te quitaba el aire no se curaba con Ibuproheno como los días de resaca.

Que tampoco era cuestión de tiempo, que sí, que el tiempo todo lo cura, y dale tiempo al tiempo, si los refranes nos los sabemos todos, pero no es tan fácil cuando es el tiempo el que se ha parado y juega en tu contra no dejando avanzar. ¿Y qué me dices de tiempo? TIEMPO, tiempo el que estuviste con él, ese tiempo que de repente ha dejado de pasar, ese que no podemos poner de nuevo a pasar, ese tiempo que no se sabe cuando hace falta para dejar de sufrir por el. No se cual es la proporción de tiempo que tiene que pasar para olvidar ese otro tiempo, no lo sé.


Que la distancia tampoco elimina el dolor, probablemente la distancia sea el factor más negativo de todo esto, porque el día que vuelves y te topas de frente con la realidad no hay tardes de cervezas suficientes para reparar la hostia terrible que te has dado, la distancia muy bonita para sobrevivir y engañarte, pero la prueba real está cuando la distancia se reduce, cuando puedes salir cualquier día a la calle y chocarte con el pasado de golpe y porrazo, y ahí es cuando la distancia se hace efectiva y vemos de nuevo si ese dolor sigue o no sigue ahí.

¿Dolor?
Que ese dolor es la consecuencia de un sentimiento tan profundo que te perfora el pecho y te araña el corazón, es el resultado de todas aquellas sensaciones, consecuencia de ese amor. Son esos dos años con todos sus días y los miles de momentos que compartisteis..

Y no fue fácil reprimir ese dolor, y no es fácil. Es terriblemente complicado de olvidar, de pensar, de sentir y hasta de mirar.

Pero los días van pasando, y tienen poderes curativos, días de todos los colores, formas y tamaños, días inagotables que te exprimen hasta la última gota de esperanza y días tan intensos como efímeros.

Y así uno tras otro, van curando esa herida, y cura, claro que cura, curas cometiendo nuevos errores,besando, perdiendo el miedo a conocer, volviendo a ilusionarte y sabes que está sanando cuando amaneces con ganas de cantar y salir a la calle, cuando esbozas sonrisas con conversaciones absurdas, cuando ya no hace falta estar ocupado, cuando puedes pasarte una tarde entera en el sofá sola es que está sanando.

No es que yo sea científica, o haya llevado a cabo algún tipo de investigación sobre esto, no. Pero yo creo que no hay prueba mayor de que estas aprendiendo a vivir sin él cuando puedes afrontar la soledad. Primer paso, estar sola y no recordar lo que hacías con él.

Cuando después de semanas de sueños desalentadores, de semanas sin recordar ni que era soñar, llegan los sueños de verdad, los que no tienen sentido, los que te recuerdan a otras personas, los que te gusta recordar al día siguiente. Ahí está, segunda prueba de superación, ya no sueñas con él.

Supongo que el tercer paso en este periodo de recuperación será que cualquier día os crucéis por casualidad y puedas mirarle a los ojos sin sentir el vacío que te dejó, y poder mirar a su lado y no sentir rabia porque ahora le agarra esa chica de la mano. Probablemente sea eso, aceptar la realidad sin dolor, verle con otra y seguir viviendo tu vida porque lo superaste.

Y qué orgullo cuando llegas a esta conclusión, que sin darte cuenta estamos a 31 de Enero y ya no duele.