domingo, 18 de octubre de 2015

FRÍO

Que te quedaste sin saber como son las noches de invierno con mis pies fríos buscando calor. Que se te olvidará como cierro los ojos y agacho la cabeza cuando estoy vergonzosa. Que ya parece que eso de mirarte y morderme los labios quedó en un recuerdo cada vez más borroso.
Que me aferro a mi estúpido orgullo de mujer cada mañana, e intento que hoy que probablemente a las dos de la mañana no esté bebiendo cerveza y pensando en ti en cualquier bar, me hago la dura, la fuerte, la que no le duele. Que tu no sepas que la única manera de no pensar en ti sea llegar inconsciente a la cama. 

Pero una parece que se acostumbra, te acostumbras al frío de la cama, a las canciones que hablan de vosotros, a mirar cada cinco minutos sus fotos contigo, a beber cervezas para no hablar de ti,  a bailar hasta perder el aliento, a llegar cada sábado a las 8 de la mañana...
Pero hay cosas a las que no, no te acostumbras, pasen los días que pasen no te acostumbras a no verle,  a no oír su voz, a sus buenos días y te quieros al despedirse.

Quizá aprendas a no buscar su cara por las calles, a no mirar todas las redes sociales esperando ese mensaje que no va a llegar.  Quizá me acostumbro a evitarle, porque la distancia juega a favor y mis recuerdos en contra. Pero no hay nada mas inevitable que esa punzada en el estómago cuándo dicen su nombre, cuando alguien te cuenta que a él todo le va bien. 

Porque no puedo cambiar una tarde en la terraza del BNS frente al mar por todas mis tardes por Gran Via.

Porque aún se me escapa tu nombre entre mis pensamientos, que por suerte o desgracia siempre acaba sonando tu canción en un bar a las cuatro de la mañana. Que como cada domingo eres la peor de mis resacas. Que me sigo engañando cuando borro tu número cada día, sabiendo que encontraré una mínima escusa para volver a coger el teléfono y teclear cada cifra de memoria. 

Y sigo siendo tan absurda como saber con absoluta certeza que no hay respuesta, ni verbalizacion posible que vaya a hacerme sentir mejor y como una puta kamikaze vuelvo a escribirte, para soltar el teléfono con los ojos hinchados e inundados de lágrimas por seguir teniendo esperanzas una vez más.

Pero te acordaras de mi, en algún segundo del día espero que me recuerdes, vivo gracias a estas tonterías que me hacen pensar que no me has olvidado. Y que mañana al ir a trabajar conduciendo tu volkswagen golf mirarás de reojo si siguen mis letras en la luna del coche y así como cada día, sin querer, pensaras en mi.



Y saber que hay cosas que jamás podrán ser pero que venderías tu alma al diablo por que fuera, hoy, mañana o en otra vida, pero que vuelva y sea.

martes, 13 de octubre de 2015

BRAVE

La cosa va de tapar, de escapar, de cambiar la ruta, de huir hacía un lugar mejor, o quizá no mejor. Probablemente solo emigrar allí dónde tu dolor sea más efímero, dónde los sentimientos puedan disiparse en tardes de café y charla, dónde el corazón deje de acelerarse al salir a la calle y pueda latir a su ritmo. Allí dónde tu felicidad no dependa de mirar alrededor y recordar todo lo que fue y ya no es.

Pues evidentemente se acabó, no sigamos enterrándonos en ese océano de sentimientos contradictorios, que si ya fue, ya no volverá a ser y todo eso de "luchar por lo que quieres", o toda esa palabrería barata de "si no terminó bien es que no es el final", "merece la pena luchar por lo que vale la pena tener" y mierdas de este estilo que solo pretenden evitarte ese dolor que se te agarra al pecho que no se va a ir, porque no se va, por mucha frase filosófica esperanzadora que leas.

¡Venga ya! vamos a dejarnos de estupideces y abrir los ojos de una vez, que esto de estamparse cuarenta mil veces contra la misma pared ya cansa, que si no sale bien será que no va a salir bien, y no hoy o mañana, sino en la puta vida. Que el que no supo perdonarte hace cuatro meses no te perdonará después de cuatro años, que el que te dijo que te quería y te dio la patada ya no te lo vas a creer nunca más. Y dime tú, para qué, para qué volvemos a lo mismo una y otra y otra vez, para sentir ese resquicio de esperanza de que por un segundo y solo por un segundo se te han alineado todos los planetas del universo y parece que todo va a salir bien. Joder como nos engañamos, si es que no hay nada más claro que esa punzada en el estómago que te dice que esto YA NO VA A SALIR BIEN.

Y si tu cuerpo te dice, eh! que no te engañes que este tío no va a volver, no te obceques, que no. Que todas esas señales que tu piensas que son para ti quizás te las estas inventando, que más da las fotos que suba a las redes sociales, los cuatrocientos seguidores que tenga y los comentarios de las cuatro Barbies de turno, que más da. Que si te dejó, es que no quería estar contigo, por mucha mierda que te haga creer que siente. Así que hazte un favor y vete de ahí, vete de ese circulo vicioso de dolor, tristeza y culpabilidad porque te dejó, no fue capaz de mirarte a los ojos y darse cuenta que eras tú lo que realmente le hacía sonreír cada mañana.


Y aunque el camino es amargo y se que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar.